Nereo. Un contador de historias
En su punto mas alto, entre los años 30 y 50 del siglo XX, la fotografía fue el medio responsable y exclusivo de enseñarle al mundo el rostro de la “realidad”. Durante esa época dorada las publicaciones mas acreditadas dedicaban sus mejores espacios a las extraordinarias imágenes de un grupo de artistas aventureros, que por entonces exploraban sin afán los alcances de su equipo y su visión. Los grandes nombres de Bresson, Capa, Seymour, Lange y otros tantos, pasaron a convertirse en referentes decisivos para todo aquel que quisiera profundizar en el oficio. Paralelo al arte de todos esos maestros del mundo en aquel momento, y no lejos de sus influencias, es justo decir que uno de los grandes aportes de Colombia a este medio universal es Nereo López.
Son varias las generaciones que han contado con la fortuna de acercarse al alma de este país gracias al trabajo de Nereo. Su obra, que parece infinita, es revisitada y redescubierta por alguien, por fortuna, cada tanto. El esfuerzo mas reciente, con un resultado sorprendente, es el libro “Nereo López, un contador de historias” de La Silueta Ediciones y corresponde al quinto título de su colección F:otoTK.
Con la profundidad y dedicación que merece cualquier proyecto que involucre a la obra de Nereo, esta editorial se dio a la tarea de curar y poner junta una pequeña porción de la obra que corresponde -en palabras de Juan Pablo Fajardo y Andrés Fresneda- “a los años mas prolíficos y de mayor movimiento del artista cartagenero”.
La selección cubre un espacio cercano a diez años de trabajo (entre 1958 y 1968), y se concentra en el suceso narrativo de cada una de sus fotos. Sin priorizar sobre la vitalidad y el arte en la obra de Nereo, el libro señala el valor que como historia posee cada imagen, propiciando de paso un espacio para que en algunas de las series, repartidas a lo largo de sus páginas, dos o tres cuadros de la misma escena nos hagan sentir también la cinematografía del maestro. Es un libro mágico.
En edición y diseño no hay un orden particular. Se mueven acorde a las múltiples maneras y formatos que Nereo ha utilizado siempre para contar todo lo que ve. Ese es otro de sus encantos. En su mayoría es un trabajo sobre Colombia. No obstante, dentro de esa tendencia hacia la sorpresa que el libro maneja con gran ritmo de principio a fin, un capítulo sobre la fundación de Brasilia aparece de la nada y funciona también para recordarnos y acercarnos al trabajo del fotógrafo internacional.
Con múltiples recursos visuales y narrativos cada rincón del país encuentra cabida en este proyecto destacado. Son 200 páginas muy bien impresas y encuadernadas. El libro y sus materiales reproducen la forma y sensación de un portafolio clásico como cualquiera que haya podido tener el maestro en el pasado.
Abril 25 de 2012