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Chicken
Recuerdo que ese domingo (31 de agosto del 97) desperté pasadas las diez de la mañana. En Londres había sol y a esa hora los canales de televisión tan solo pasaban escenas de un carro destrozado en algún punto de París. Las voces y los comentarios de los periodistas eran pausados aunque dramáticos; hablaban del Ritz, de un túnel, de fotógrafos, de tragedia nacional. La princesa Diana había muerto. Su cuerpo llegaría en horas de la tarde a una base aérea al norte de la ciudad y seis días mas tarde sería su funeral.