Animales en las FARC
Cuatreros. Esa es la primera y única palabra en la que pienso cuando intento encontrar algún vínculo entre las FARC y los animales de este país. Durante décadas esta guerrilla robó, movilizó y vendió ganado a su antojo como parte importante de su economía a lo largo y ancho del territorio nacional. Aparte de eso es muy poco lo que sabemos de esta relación a lo largo de la historia. Crecimos escuchando que, selva adentro, los guerrilleros se han alimentado de loros, micos, dantas y hasta serpientes en casos de necesidad, y los colombianos no olvidamos tampoco que en momentos álgidos de nuestra guerra fueron capaces de utilizar a un perro y a un burro como explosivos móviles para atentar contra la fuerza pública en pueblos desamparados del país.
Hace algunos meses, durante una visita al bloque sur de las FARC en el Putumayo, noté con asombro como en este campamento los guerrilleros compartían su cotidianeidad con un gran número de animales domésticos, algo impensable en otras épocas del conflicto, y ahora posible gracias a las ventajas que daba el cese al fuego con el ejército nacional. Todos tenían nombres propios y eran cuidados como se hace con cualquier animal que forma parte de una familia en el campo o la ciudad. El proceso de paz cerró sus negociaciones hace apenas unas cuantas semanas y los guerrilleros ahora se movilizan hacia los campos de re agrupación en preparación para sus nuevas vidas como reinsertados a la vida civil. Me pregunto que pasará con esos animales que retraté durante aquellos días calmados e inciertos de nuestra guerra eterna.
Enero 24 de 2017